Las cruzadas fueron expediciones militares promovidas por la iglesia católica en la Edad Media, entre los siglos XI y XIII, con el objetivo de recuperar la Tierra Santa que estaba en manos de los musulmanes.
Según esta definición el motivo principal de las cruzadas era religioso, pero aunque el fervor religioso del momento fuera el detonante principal, también hubo otra serie de motivaciones para llevar a cabo las cruzadas como los intereses de la nobleza, motivos comerciales, control de rutas, y el afán hegemónico de los papas sobre la iglesia de Oriente.
En cuanto a los cruzados que participaban debemos decir que en la Edad Media solo los primogénitos heredaban, por ello muchos segundones combatieron en las cruzadas buscando riquezas y reconocimiento. También los más humildes participaron con el fin de mejorar su bienestar.
Mientras los nobles se organizaban en un pomposo ejército para participar en la primera cruzada, un predicador francés Pedro el Ermitaño comenzó su propia cruzada montado en un asno y logró convocar a más de diez mil campesinos.
Las Órdenes Militares también participaron en las cruzadas y dada su hegemonía, reforzaron el potencial militar de los cruzados. Los Templarios, Hospitalarios, la Orden Teutónica y la Orden de Malta colaboraron muy activamente adquiriendo así mucho más prestigio.
Los cruzados tomaban votos religiosos de forma temporal y se les concedía indulgencia por sus pecados.
Probablemente el nombre de cruzadas provenga de una gran cruz de tela cosida en la parte delantera de su vestimenta que los guerreros llevaban como insignia para identificarse como cristianos
Se llevaron a cabo ocho cruzadas principales, en las que además de reconquistar Jerusalén, abordaron al asalto de nuevos lugares, probablemente con fines comerciales, como Constantinopla, también atacaron Egipto e intentaron asediar Túnez.

Una de las más destacadas fue la tercera cruzada, en la que participaron, como muestra de unidad religiosa en Europa, el emperador alemán, el rey francés y el conocido rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León.
Hay otra serie de guerras en territorio europeo que también se han considerado cruzadas porque del mismo modo fueron luchas entre cristianos e infieles, entre ellas citamos la Reconquista española que enfrentó a los reinos cristianos del norte de la Península con los reinos islámicos.
Las cruzadas verdaderamente fueron un fracaso en cuanto a su objetivo inicial de conquista, pero provocaron una serie de cambios y consecuencias en Europa.
Los señores feudales perdieron poder, se endeudaron para armar a los cruzados y los reyes redujeron sus privilegios.
Por el contrario, el comercio entre Oriente y Occidente adquirió un gran impulso y los puertos italianos de Génova y Venecia, también Marsella y Barcelona, donde embarcaban los cruzados, incrementaron considerablemente sus negocios.
Las ciudades y la burguesía también se beneficiaron con las ganancias que les proporcionaban el aprovisionamiento y transporte de los ejércitos.
Y el intenso movimiento de personas en el Mediterráneo le devolvió su papel relevante de otras épocas.
Los cruzados siempre fueron vistos como valientes guerreros, como auténticos caballeros que defendían la cristiandad.
En torno a las cruzadas se han forjado mitos y leyendas, alejadas de la realidad histórica que la literatura se ha encargado de difundir.
